¿Qué preguntas debes hacerte a la hora de emprender?
¿A qué vais a dedicar el proyecto?
Es muy importante que tengáis claro qué queréis conseguir con el proyecto empresarial que habéis decidido poner en común. Por ello es importante saber cómo vais a ganar dinero con el proyecto y quién o quiénes estarían dispuestos a pagar por lo que ofrecéis.
¿Sabemos cómo lo queremos hacer?
Merece la pena pararnos a reflexionar un poco sobre nuestro procesos internos, porque son esenciales a la hora de formar un equipo de trabajo con los perfiles adecuados y cohesionado en torno a un objetivo y unos procesos eficientes.
¿Qué aporta cada uno de los miembros al proyecto?
Conocimientos, recursos materiales, trabajo (más o menos horas disponibles) y contactos Todos los que estéis dentro debéis aportar algo (por pequeño que sea) y todos debéis conocer de antemano lo que cada uno aporta o se va a comprometer a aportar.
¿Qué valor vamos a darle a las aportaciones de cada socio?
Es la pregunta que debéis contestar después de ver lo que cada uno ha aportado o va a aportar al proyecto. No solo hay que valorar las aportaciones materiales; el tiempo es un bien muy preciado.
La forma jurídica, algo más que burocracia.
El enfoque inversionista
El principal objetivo es la rentabilidad de las aportaciones realizadas.
Las sociedades capitalistas (Sociedad de responsabilidad limitada y Sociedad anónima) el capital estará dividido en participaciones y se integra por las aportaciones de todos los socios, quienes no responderán personalmente de las deudas sociales con su patrimonio.
El capital mínimo exigido para constituir una sociedad limitada es de 1 € (aunque con una serie de requisitos, hasta que la suma del capital + la reserva legal alcance el importe de 3.000 €) y de 60.000€ en el caso de sociedades anónimas y no existe en ambos casos capital máximo.
El reparto de beneficios se hará en función del capital social que haya aportado cada socio.
Están obligadas a tributar por el impuesto de sociedades (un 15% de tipo fijo para el primer ejercicio con resultado positivo y el siguiente y del 25% los restantes) y el IVA.
No tienen ninguna limitación a la hora de realizar contrataciones de personal por cuenta ajena. La sociedad de responsabilidad limitada presenta una mayor flexibilidad y se adecua mucho mejor a las necesidades de las pequeñas y medianas empresas (es el prototipo de sociedad de capital), mientras que la sociedad anónima, en cambio, es la forma social preferida por las empresas de mayor tamaño.
El enfoque social
El principal objetivo es la cooperación entre personas que aportan recursos para la creación de su propio puesto de trabajo y el de otras personas.
Las sociedades cooperativas está limitada al aporte de capital social, los socios no tienen que responder con su patrimonio personal.
Las personas que trabajan en ella son las que dirigen la empresa y todas participan y tienen el mismo peso en la toma de decisiones. Lo importante en las cooperativas es el factor humano (no el capital).
Es una empresa con base democrática, donde lo importante son las personas, reparte los beneficios de manera igualitaria y se puede conciliar vida laboral y personal.
No existe una cantidad fija para establecer el capital social mínimo para constituirla (se fijará en los estatutos). Los socios y las socias son al mismo tiempo trabajadores de la misma y la toma de decisiones se realiza de forma democrática. La distribución de beneficios se decide según el trabajo aportado, y no según el capital (según lo que cada persona ha trabajado y aportado).
Tributan también por el impuesto sobre sociedades, pero se les aplica un régimen especial. Tienen además, una serie de beneficios fiscales.
Poseen ciertas limitaciones a la contratación de trabajadores por cuenta ajena (para que la mayoría de personas que participen de la actividad también lo hagan en la gestión y se involucren en el proyecto).
Las cooperativas poseen una serie de principios y valores para conseguir una sociedad más justa y sostenible: ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. Las personas que trabajan en una cooperativa tienen un compromiso ético con la honestidad, la transparencia, la responsabilidad social y la preocupación por los demás.